AFP, publicado el miércoles, 01 de marzo de 2023 a las 05:23
El barco avanza en la engañosa calma del Pacífico turquesa: a tiro de piedra, en las arenosas costas de la costa hondureña, las casas son devastadas, carcomidas por el océano, cuyo nivel sube inexorablemente bajo la influencia del clima cambiar. .
Las olas rompen sin piedad para atacar la media docena de pueblos pesqueros del Golfo de Fonseca que comparten Honduras, El Salvador y Nicaragua.
“El mar avanza”, lamenta Telma Yadira Flores, de 40 años, cuya casa en Cedeño, a unos 100 kilómetros al sur de la capital hondureña, Tegucigalpa, aunque sólida, quedó sumergida el año pasado.
A partir de entonces vive con su hijo y su nuera en una choza en la arena, cuando «vuelve el mar, tendremos que irnos», teme.
La localidad de Cedeño, con alrededor de 7.000 habitantes, “podría desaparecer por completo dentro de un siglo”, advierte un informe del Comité para la Defensa y Desarrollo de la Flora y Fauna del Golfo de Fonseca (Coddeffagulf).
Conocido por sus paisajes paradisíacos, los ambientalistas consideran que el Golfo es la «zona cero» de los impactos del cambio climático en Honduras.
– Éxodo «bíblico» –
Hace dos semanas, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió que el aumento del nivel del mar amenazaba a la humanidad con un éxodo de “proporciones bíblicas” mientras que “países enteros podrían desaparecer para siempre”.
Expertos y ministros de todo el mundo se reúnen en Panamá el jueves y viernes para la octava conferencia anual Our Ocean, que tiene como objetivo crear un marco de «economía azul» (el equivalente oceánico de la economía verde) para la sostenibilidad Uso y protección de los mares y océanos
Pero ya en el Golfo de Fonseca, el rompimiento de las olas ha demolido indiscriminadamente casas modestas y villas acomodadas, partes de la barrera natural de cocoteros, diques, un laboratorio de biología marina, comercios…
“Aquí estaba la casa de Elvin Santos”, expresidente de Honduras (2006-2009), dijo el lanchero Luis Fernando Ortiz, de 39 años, señalando una ruina.
– desolación –
La devastación es visible por doquier en Cedeño: la escuela, que albergaba a 400 niños, tuvo que ser abandonada, así como la comisaría y la plaza central.
Según el informe de Coddeffagulf, la tierra retrocedió 105 metros en 17 años. “El mar se ha comido seis cuadras”, o unos 600 metros, asegura incluso Sergio Espinal, un pescador de 75 años, que enumera: una cancha de fútbol, restaurantes, hoteles… todo se lo tragó.
Los manglares también están siendo arrasados, provocando la desaparición de los moluscos y crustáceos que los albergan, lamentan vecinos de Cedeño.
Los peces escasearán e incluso las aves marinas morirán de hambre, mientras que los pescadores tendrán que aventurarse mar adentro para lanzar sedales y redes.
“Antes había manadas de delfines, tiburones, pescábamos pez espada (…) ahora todo está perdido”, lamenta Luis Fernando Ortiz.
“El océano es uno de los recursos más valiosos de la humanidad: alberga el 80% de la vida en la tierra y alimenta a más de tres mil millones de personas”, subrayan los organizadores de la conferencia “Nuestro Océano”.
Sin embargo, este «activo vital está en riesgo debido al calentamiento global» y «es hora de que las naciones trabajen juntas» para protegerlo, advierten.
«Se cae mucho. Aficionado a la televisión en general. Fanático de los zombis incurables. Solucionador de problemas sutilmente encantador. Explorador aficionado».