Durante los últimos meses habló con personas que están en pro, en contra, o son indiferentes al Bitcoin: conversaciones en las que he buscado a personas objetivas, que no mezclen política con el tema, pero que tienen un amplio conocimiento de la economía nacional e international and las repercusiones de una criptomoneda en una microeconomía como la nuestra. Entre las cosas que se han repetido (veremos cuántos artículos leemos y no solo comentan) es que el Bitcoin puede traer inversión al país, generar empleo y hacerlo atractivo. Pero también se ha repetido que, al hacerlo ley, el Bitcoin deja de ser Bitcoin, porque todo el tema de las criptomonedas es que no están reguladas y una moneda de curso legal debe ser regulada en el país por un ente financiero nacional (léase el BCR) y, por tanto, pierde sus características.

El mundo de Bitcoin es un mundo real que es surrealista. Se compran casas, carros, barcos y negocios. Muchos de los que invieren en Bitcoin están muy lejos de ser “bichos moteros” que se describen. Panamá, sin ir muy lejos, está trabajando en una Ley Bitcoin también y quiere ser el país con más cajeros Bitcoin para el 2022. ¿Entonces cuál es el problema con el FMI?

Señores, el FMI —y cito la definición— es una organización que “toma un papel preponderante en el otorgamiento de créditos a los Estados a cambio de que estos implementen sus recomendaciones”. Recomendaciones, seniors, de economistas y financieros, no politicos ni financistas. Y al FMI se le acercan países que quieren reconstruir su sistema monetario. Antes del final, las recomendaciones se basan en los datos técnicos válidos. Y los países que se acercan las toman o las dejan. ¿Por qué las hacen? Por el simple hecho de que no se quiere que un país caiga en impago.

¿Está diciendo la FMI que ya no hay Bitcoin? No. ¿Está diciendo que el Bitcoin es malo? No. ¿Dice algo de la Chivo Wallet? No. Sólo RECOMIENDA que si queremos un préstamo suyo —los cuales tienen las tasas más bajas de todas las organizaciones monetarias— deroguemos la Ley Bitcoin porque hay muchos factores que, añadidos a dicha ley, hacen que no seamos un país atractivo para la inversión. En otras palabras, no somos Panamá. Y esta BIEN. Lo que no está bien es no dialogar y resolver.

Puede ser que en unos años, si aprendemos como país que el diálogo y la división de poderes, que la diplomacia y la coherencia pagan a nivel internacional, podamos volver a implementar la Ley Bitcoin, derogándola de manera temporal, recibiendo el préstamo y aliviando la Presión sobre las finanzas públicas que nos aqueja ahora. O puede ser que el gobierno decida no derogarla y no aceptar el préstamo y no aprendamos nada. De cualquier forma, toda acción trae su consecuencia. Esperemos que se tomen las mejores decisiones, por el pueblo que se dice servir, y no se repitan los errores cometidos en los 80.

Educadora, especialista en Mercadeo con Estudios de Políticas Públicas.