El Papa Francisco inauguró este jueves su programa de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) con un encuentro con autoridades panameñas y sus comentarios están siendo examinados en el contexto de la crisis política en Venezuela.
El miércoles, mientras el avión que transportaba al Papa cruzaba el Atlántico, Juan Guaidó, líder del parlamento venezolano controlado por la oposición, se declaró «presidente» interino de ese atribulado país, una medida inmediatamente reconocida por Estados Unidos y muchos de sus aliados. en la región, incluidos Brasil y Argentina.
En los primeros minutos de la presencia de Francisco en Panamá, se produjo un estallido en Venezuela: al pasar el coche papal, un joven que llevaba una bandera venezolana se precipitó hacia la procesión, lo que obligó al vehículo a realizar una acción evasiva.
Entre las decenas de miles de personas que se habían reunido a lo largo de la ruta de 18 millas hasta la nunciatura (la embajada del Vaticano) donde el Papa pasó la noche, un peregrino agitaba un cartel que decía «Oren por Venezuela».
El jueves por la mañana, los peregrinos saludaron la salida de Francisco de la Nunciatura Apostólica.
“Debemos orar por Venezuela y seguir adelante. Allí estaremos todos esperando que nos vea el Papa, con una enorme bandera de Venezuela para que los venezolanos no pierdan la esperanza”, dijo a la AFP José Raúl Peña, un estudiante venezolano de 20 años.
Luego Francisco llegó al complejo gubernamental en el distrito histórico de Panamá, donde fue recibido oficialmente por el presidente Juan Carlos Varela.
A pocos pasos, en la iglesia de San Francisco de Asís, del siglo XVII, se reunirá con los obispos de Centroamérica, una región desde la que miles de inmigrantes parten regularmente hacia Estados Unidos.
– «El miedo» –
La cuestión de los inmigrantes ya se planteó durante el vuelo entre Roma y Panamá, cuando un periodista calificó de «locura» el plan del presidente estadounidense Donald Trump de construir un muro para impedir la entrada de inmigrantes ilegales en territorio estadounidense. “Es el miedo lo que nos vuelve locos”, comenta François.
Mientras cae la noche, el Papa debe encontrarse con miles de jóvenes de todo el mundo que lo esperan impacientes. Celebrará su primera misa pública por la Jornada Mundial de la Juventud en una enorme plataforma con vistas a la avenida que bordea el Pacífico. Quiere quedarse en Panamá hasta el domingo.
Para el primer Papa latinoamericano de la historia, este baño de jóvenes en su tierra parece una escala en medio de una cascada de escándalos de agresión sexual que sacuden a la Iglesia.
El Papa, de 82 años, también anunció en el avión que viajaría en noviembre a Japón, donde quería ir como misionero en su juventud.
La JMJ de Panamá es la tercera del pontificado de Jorge Bergoglio, después de Río en 2013, año de su elección, y Cracovia en 2016.
El desarrollo de las iglesias protestantes en América, el continente con más católicos del mundo, constituye también el telón de fondo de este viaje.
Este séptimo viaje de Francisco a América Latina es una continuación de un sínodo mundial de obispos dedicado específicamente a la juventud en octubre. Los prelados fueron llamados a escuchar mejor a una generación que huía de la Iglesia y sacudida por escándalos de agresión sexual.
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