AFP, publicado el viernes 10 de marzo de 2023 a las 03:55
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) entregó el jueves 100 nichos funerarios a las autoridades panameñas para los migrantes que fallecieron en el peligroso viaje a través de la Selva del Darién en busca de una vida mejor en los Estados Unidos.
Estas bóvedas fueron construidas entre restos de tumbas en el cementerio del pueblo de El Real de Santa María, a unos 300 kilómetros al sureste de Panamá.
Las autoridades panameñas están abrumadas por los cientos de miles de migrantes que cruzaron la selva montañosa y pantanosa del Darién desde Colombia en 2022. Más de 58.000 han tomado esta ruta desde principios de año, luego de que Panamá registrara un récord de 248.000 personas en 2022.
La mayoría de estos migrantes provienen de Haití, Venezuela y Ecuador, pero asiáticos, especialmente chinos e indios, y africanos, especialmente cameruneses y somalíes, también toman esta peligrosa ruta.
Según José Vicente Pachar, director del Instituto Panameño de Medicina Legal, al menos 52 migrantes murieron el año pasado al enfrentarse a esta selva de 575.000 hectáreas sin caminos, mosquitos y culebras, cañones y donde operan bandas criminales. Sin embargo, el número de víctimas es sin duda «muy superior», subraya.
“La cantidad exacta de migrantes que mueren en el trayecto es incierta porque todo depende de la información que se pueda obtener de los migrantes que logran sobrevivir”, señala Marisela Silva Chau, directora regional del CICR.
Los cuerpos son enterrados en las hornacinas tras recabar datos que pudieran permitir su posterior identificación y su entrega a los seres queridos que los reclamarían.
«El objetivo es respetar los estándares internacionales y dar a los fallecidos un trato digno y respetuoso», dijo Pachar a la AFP.
“Contamos tantas cosas terribles sobre lo que les sucede a estas personas en su camino que tenemos que admirar a estos migrantes. 67, dijo AFP.
Sin embargo, los residentes locales inicialmente se opusieron a la construcción de los sitios de entierro por temor a que los extranjeros invadieran su pacífica comunidad a orillas del río Tuira, al que se puede llegar en canoa desde Yaviza, donde se encuentra la Carretera Panamericana.
Los migrantes deben «recibir una sepultura digna», dijo el sacerdote de El Real, Claudio Guerrero, quien bendijo la tumba el jueves.
“Algunos se han quejado”, pero el cementerio “es la casa de todos”, comenta Alfonso Medina, un vecino de El Real de unos 60 años.
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