Desde la playa de Punta Chame podemos ver a lo lejos las luces y los rascacielos de la Ciudad de Panamá, donde delegados de más de 180 países han estado desafiando a cazadores furtivos y depredadores en esta península arenosa desde el lunes 21.
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Las tortugas nacidas en cautiverio se dirigen al mar por primera vez después de ser liberadas el 13 de noviembre en la playa de Punta Chame, Panamá. |
Foto: AFP/VNA/CVN |
Esa noche, Melisa Campo llevó a su hijo de diez años a ver la liberación de unas 200 crías de tortugas Lepidochelys olivacea recién nacidas en un criadero cerca de la playa: «Los niños necesitan ver la suelta de tortugas para que se sumerjan en el tema porque son las futuras generaciones‘, explica a la AFP.
Para la joven madre es importante que los niños”aprender a cuidar y proteger una especie en peligro de extinción«.
Las tortugas están en el menú del siglo XIXmi La Conferencia sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES) se realizará en Panamá hasta el 25 de noviembre, a solo 43 km de Punta Chame en línea recta. Lepidochelys olivacea, cuya población se encuentra en declive, está catalogada por CITES como especie”vulnerable«.
Poco más de medio millar de personas llaman hogar a esta península frente a la costa del Pacífico de Panamá.
luchar sordo
La playa, donde las temperaturas rara vez bajan de los 25 grados centígrados, es escenario de una lucha entumecida contra el comercio de huevos y carne de estas tortugas, que pueden llegar a pesar unos cincuenta kilos cuando están adultas.
Con algunos voluntarios del pueblo, Jorge Padilla de la ONG Fundación Tortuguias viaja día y noche a Punta Chame para proteger a los animales que allí se reproducen cavando en la arena para poner sus huevos.
«Las amenazas a las tortugas marinas son muy numerosas tanto en las costas del Pacífico como del Caribe«, señala. A los 25 años, dirige un criadero donde nacen cientos de tortugas todos los días. Los huevos se recolectan en la playa para protegerlos de la avaricia de los cazadores furtivos.
Después de 45 días de incubación, las pequeñas tortugas rompen el caparazón y deben ser liberadas dentro de dos horas en la playa, donde se sumergen en el mar por primera vez, incluidas las hembras que habrán sobrevivido a las redes de pesca y sus depredadores serán en 18 o 20 años volver a la misma playa para volver a poner allí sus huevos.
pelotas de tenis de mesa
En Punta Chame, todos saben que los pobladores recolectan y venden ilegalmente huevos de tortuga del tamaño de pelotas de ping-pong.
Se venden de puerta en puerta, por lo general a no más de un dólar cada uno, con la ilusoria promesa de un mejor desempeño sexual para los hombres, explica Jorge Padilla.
«Los huevos no sirven. no son afrodisiacos‘, afirma sin rodeos el joven guía de la naturaleza. Por su parte, Melisa Campo prefiere evitar el tema, pero reconoce que los comuneros se dedican a recolectar y revender. Una actividad que CITES quiere combatir.
Los huevos y las tortugas pequeñas también pueden ser cazados por perros callejeros o aves rapaces.
Cuando Jorge Padilla ahuyenta a los perros, no interviene contra las aves rapaces: son depredadores naturales y parte del equilibrio biológico, explica a la AFP.
AFP/VNA/CVN
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